Es un hecho contrastado que la prevención es el mejor remedio de salud que existe y una de las medidas que más enfermedades evita a lo largo de nuestras vidas. Por eso, para aquellas mujeres que se encuentran en edad fértil y que mantienen relaciones sexuales regulares es fundamental que no olviden su cita con el ginecólogo al menos una vez al año.
Sí, es cierto que en muchas ocasiones, las mujeres tememos ese momento y que no siempre acudimos a nuestro ginecólogo con la regularidad que deberíamos. También es bastante habitual que las mujeres nos sintamos un tanto incómodas o nerviosas cuando nos están realizando una exploración ginecológica por miedo a que nos encuentren algo grave que dé un giro inesperado a nuestro día a día y paralice nuestros planes.
Sin embargo, la curación más efectiva y la mejor solución para atajar un posible cáncer u otras alteraciones a tiempo son sin duda, las revisiones ginecológicas. No importa cuántas te hagas, nunca están de sobra. Además son indoloras, rápidas y lo más importante, salvan vidas. Por eso es tan importante que no sólo acudamos cuando estamos embarazadas o sintamos molestias sino que deberíamos añadirlo a nuestras rutinas anuales como los son nuestras visitas al dentista o a nuestro médico de cabecera.
Pero ¿por qué son tan importantes las revisiones ginecológicas y cuándo es recomendable que visites a tu ginecólogo? Durante las siguientes líneas desde Arnott Ginecólogos te damos respuesta a todas tus dudas.
¿En qué consiste una revisión ginecológica?
Se trata de un conjunto de pruebas que realiza el médico ginecólogo para conocer el estado de salud de tu aparto reproductor. Por lo general se realizan los siguientes procedimientos básicos:
1. Una exploración visual y citología cervical.
En primer lugar, se revisa tu vulva, vagina, cuello del útero o matriz con ayuda de un espéculo vaginal. Acto seguido, se procede a practicar una citología cervical, prueba que consiste en extraer dos muestras de células del cuello del útero para posteriormente ser analizadas microscópicamente por un laboratorio de Anatomía Patológica.
2. Ecografía.
Con una sonda abdominal o vaginal y a través de ultrasonidos se muestran imágenes en una pantalla de nuestro aparato genital interno que nos informa del estado de nuestro útero y ovarios. Esta prueba es fundamental para diagnosticar, miomas, pólipos, quistes o tumores, medirlos y ver su evolución.
3. Tacto Bimanual.
Se trata de una exploración de los genitales internos que consiste en colocar dos dedos en el fondo vaginal mientras que la otra mano se coloca en el bajo vientre. De esta manera se comprueba tanto el tamaño como la movilidad del útero y ovarios.
4. Exploración mamaria y mamografía.
Por último, se procede a esta prueba para detectar posibles bultos o nódulos, que pudieran evolucionar en cáncer de mama.
¿Cuándo es recomendable hacerse una exploración ginecológica completa?
Eso depende de cada mujer, de los factores de riesgo y de su historial clínico y familiar. No se es ni demasiado joven ni demasiado mayor para una revisión. Lo habitual es que la primera cita ginecológica se produzca con el inicio de las relaciones sexuales y a partir de ahí lo recomendable es acudir al ginecólogo al menos una vez al año para prevenir y evitar riesgos. Pero también puede darse el caso, bastante habitual, que en la etapa adolescente se tengan reglas irregulares por lo que es importante también acudir a la consulta para estudiar el caso. Por supuesto, si se observan alteraciones destacadas en las menstruaciones, cambios en el flujo vaginal, bultos en las mamas etc se debe acudir inmediatamente al ginecólogo sin esperar a la cita anual.