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Dolor en la zona pélvica: Cómo podemos fortalecer el suelo pélvico

12 febrero, 2021

El dolor de pelvis afecta a millones de personas en todo el mundo y aunque se trata de una dolencia algo silenciada por parte de la sociedad, desde hace años ginecólogos, urólogos, gastroenterólogos y otros profesionales de la salud trabajan cada día para visibilizar y desestigmatizar este problema que padecen, principalmente, las mujeres.

El dolor está localizado en la zona baja del abdomen, y aunque en muchas ocasiones las causas no están del todo claras, es importante focalizar el origen para lograr que el futuro tratamiento sea verdaderamente eficaz.

 

¿Qué es el dolor de pelvis o dolor pélvico?

El dolor pélvico es una molestia aguda que se sitúa en la zona pélvica -entre el ombligo y las caderas-, considerado crónico cuando dura más de seis meses. Esta dolencia puede aparecer como un dolor continuado o en forma de cólicos (leves o intensos) y presentarse como un calambre o una fuerte sensación de presión en el bajo vientre.

Hoy en día aún es difícil encontrar el origen del problema, sin embargo, esto no significa que el dolor no sea real o no pueda tratarse. Si esto ocurre, lo mejor es focalizar el tratamiento en la reducción del dolor y los síntomas que lo acompañan para mejorar la calidad de vida de la persona.

Los síntomas más comunes del dolor pélvico

El dolor en la zona pélvica muestra características muy dispares, pero las más habituales son las siguientes:

  • Dolor intenso y constante
  • Calambres punzantes
  • Presión o pesadez en la zona profunda de la pelvis

Otras causas del dolor en la zona pélvica

Además, también es posible que ciertas situaciones agraven el problema aumentando la intensidad del dolor:

  • Dolor durante las relaciones sexuales (dispareunia).
  • Dolor con la disquecia o disuria.
  • Dolor con los movimientos intestinales.
  • Dolor cuando se pasan largos períodos sentado. La intensidad del dolor puede aumentar al permanecer de pie o sentado durante mucho tiempo -por ejemplo en personas que trabajan largas jornadas sentadas-, y puede aliviarse al tumbarse.
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Dolor pélvico: ¿qué lo provoca?

Aunque las causas que provocan el dolor de pelvis en mujeres no están del todo claras, sí podemos hablar de ciertas patologías que pueden desencadenarlo. En ocasiones, el dolor pélvico tiene múltiples orígenes y algunas veces es el resultado de varias afecciones médicas; es decir, es posible que una mujer tenga endometriosis y cistitis, y esto le provoque dolor en el suelo pélvico.

Causas más comunes:

  • Cólicos menstruales. Las molestias y los cólicos durante la menstruación son una de las causas príncipales de dolor pélvico. Múltiples estudios afirman que más de la mitad de las mujeres experimentan algún tipo de dolor entre uno a dos días en cada ciclo.
  • Endometriosis. Esta patología consiste en la presencia de tejido endometrial fuera del útero, generalmente se ubica en la zona pélvica. Como consecuencia de la endometriosis, la sangre y el tejido no se expulsan, permaneciendo en el abdomen, y originando futuros quistes o bandas fibrosas de tejido cicatricial.
  • Embarazo ectópico. El embarazo ectópico se produce cuando el óvulo fecundado encuentra dificultades para desplazarse por las trompas de Falopio y se implanta en cualquier lugar fuera del útero. Se trata de un problema muy doloroso en la zona de la pelvis que puede acarrear riesgo para la vida de la mujer.
  • Enfermedad inflamatoria pélvica (EPI). Es una infección en el útero que puede dañar el tejido circundante. La EPI surge generalmente a través de una trasmisión sexual y provoca la formación de cicatrices que afectan a los órganos pélvicos.
  • Extirpación quirúrgica del útero. Tras la extirpación, pueden quedar pequeños restos que provoquen la aparición de quistes muy dolorosos.
  • Fibromas. Estas masas de músculo y tejido fibroso crecen dentro del útero, y aunque no son cancerígenas, sí provocan gran presión y pesadez en la parte inferior del abdomen.
  • Síndrome del intestino irritable. El SII provoca dolor, estreñimiento, diarrea o inflamación de la zona. Aunque no tiene cura, sí existen tratamientos para reducir los síntomas.
  • Cistitis o infecciones en el tracto urinario. La cistitis está ocasionada por una inflamación en la vejiga que produce una necesidad de orinar casi continua. El síntoma más común es dolor en el suelo pélvico a medida que la vejiga se llena.
  • Infecciones de trasmisión sexual. El dolor pélvico es en ocasiones un indicador de que se padece algún tipo de ITS. Otros síntomas pueden incluir también dolor al orinar, sangrado y cambios en el flujo vaginal.
  • Factor psicológico. La depresión, el estrés o antecedentes de abuso sexual o físico pueden incrementar el riesgo de padecer dolor pélvico. Aunque no se suele tener en cuenta, la inestabilidad emocional agrava los dolores, generando un círculo vicioso.

Dolor pélvico durante el embarazo

Durante el embarazo, el dolor pélvico suele aparecer en el segundo trimestre y puede prolongarse hasta el mismo momento del parto, intensificándose a medida que avanza la gestación.

Generalmente, el dolor pélvico durante el embarazo se presenta debido a dos hormonas en especial: la relaxina y la progesterona -responsables de la relajación de los ligamentos de la pelvis-, pero también existen otros factores que pueden ser síntoma de algún problema adicional, como el embarazo ectópico, las infecciones urinarias, los fibromas o los problemas de ciática. Para reducir las fuertes molestias existen múltiples ejercicios para fortalecer el suelo pélvico. También es muy recomendable acudir a un fisioterapeuta o un acupunturista especializado en mujeres embarazadas y utilizar como apoyo fajas de sujeción. Un consejo muy habitual de los profesionales es controlar el estrés y descansar todo lo posible a lo largo del proceso. Para descartar posibles dolencias más graves, es importante consultar siempre el problema con un especialista.

Ejercicios para fortalecer el suelo pélvico

Para fortalecer el suelo pélvico y controlar los músculos de la zona existen diferentes técnicas y tratamientos como la gimnasia hipopresiva, la masoterapia o la electroestimulación. Algunos de los más recomendados por los especialistas pueden realizarse desde casa o en el trabajo, y son verdaderamente eficaces.

Ejercicio básico

Antes de comenzar, es importante encontrar un espacio tranquilo para realizar este ejercicio, ya que el primer paso será relajar los músculos abdominales mientras se expulsa el aire por la boca poco a poco. Después se apretará con fuerza como si se intentase controlar una defecación. Este entrenamiento debe realizarse al menos 45 veces al día con un período de contracción de diez segundos cada uno.

Ejercicio de Kegel

Consiste en la contracción de los músculos del suelo pélvico como si se intentase cortar la orina voluntariamente. Existen cuatro modelos de este ejercicio:

  1. El lento: contraer los músculos durante cinco segundos mientras se respira de forma suave. Repetir diez veces.
  2. El rápido: contraer y relajar los músculos, tan rápido como sea posible, durante dos o tres minutos. Si es posible, realizar 50 repeticiones al día.
  3. El ascensor: se contraen lentamente los músculos tratando de hacerlo de manera lenta y parando poco a poco durante el proceso. Es decir, como un ascensor cuando para en los diferentes pisos de un edificio.
  4. La onda: en esta versión, primero se contraen los músculos situados alrededor de la uretra, y después los de la zona anal relajándolos de atrás hacia delante.
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